En una entrevista reciente, Stephen Hawking expresó que siempre ha vivido con la perspectiva de una muerte temprana y que no le teme, pero no tiene prisa por morirse. Coincido con Hawking, no le tengo miedo a la muerte, pero le temo más a la forma de la muerte que me pueda tocar. Hawking considera al cerebro como una computadora que deja de trabajar cuando los componentes dejan de funcionar. Y que no hay un cielo o un lugar después de la vida para computadoras descompuestas, pues se trata de una leyenda para personas que le temen a la oscuridad.
¿La oscuridad? Más que pensar en la oscuridad de la muerte, eso me recuerda al inframundo, la contraparte del cielo. Esa oscuridad no es otra cosa que la materialización del miedo al más allá y a la condena eterna en el infierno. Desde la historia y la teología se ha escrito mucho respecto a las nociones del cielo, el paraiso, el infierno y el purgatorio. Es interesante, por ejemplo, que las ideas "clásicas" de éstos “lugares” ya no son actuales, es decir, han sido estudiadas y en parte aclaradas como metáforas por la historia y la crítica literaria de textos bíblicos. La Iglesia misma reconoce que no existen como lugares físicos, ahora los ubica en algún lugar de la conciencia. Los dogmas religiosos también se han ido actualizando de acuerdo al desarrollo de la ciencia.
¿La oscuridad? Más que pensar en la oscuridad de la muerte, eso me recuerda al inframundo, la contraparte del cielo. Esa oscuridad no es otra cosa que la materialización del miedo al más allá y a la condena eterna en el infierno. Desde la historia y la teología se ha escrito mucho respecto a las nociones del cielo, el paraiso, el infierno y el purgatorio. Es interesante, por ejemplo, que las ideas "clásicas" de éstos “lugares” ya no son actuales, es decir, han sido estudiadas y en parte aclaradas como metáforas por la historia y la crítica literaria de textos bíblicos. La Iglesia misma reconoce que no existen como lugares físicos, ahora los ubica en algún lugar de la conciencia. Los dogmas religiosos también se han ido actualizando de acuerdo al desarrollo de la ciencia.
Hace poco leí el libro del germanista e historiador Jörg Jochen Berns “Máquinas del cielo y máquinas del infierno. Sobre la tecnología de la eternidad”. Berns explica el desarrollo histórico de los instrumentos de tortura en el infierno, de acuerdo al grado de desarrollo de las sociedades que intentaron representarlos. Se trata de un libro de historia de la técnica con elementos de historia del arte, apoyado en citas a textos bíblicos y en las “visiones” de religiosos y monjes. Así, durante la Antigüedad, algunos autores y artistas describían y representaban balanzas, ruedas o parrillas como instrumentos de tortura infernal. En la Edad Media se incluyeron además los martillos hidráulicos y los molinos de agua o de viento. En el Renacimiento se sumaron máquinas de guerra como cañones, capaces de producir heridas dolorosas o mutilar el cuerpo una y otra vez. Durante el Humanismo se amplió el repertorio con máquinas biomecánicas como las que pintaron Bosch y Bruegel. Destaca el reloj como un instrumento que mide al mismo tiempo el pecado, la pena impuesta y la intensidad del dolor experimentado. Se puede decir que en el infierno también se ocurrió una revolución industrial. Berns concluye que la producción de “visiones” en aquellos tiempos, ha sido sustituida en la actualidad por la “tele-visión”, convertida en el altar moderno del hogar, pues materializa el infierno en imágenes de ficción y las tragedias humanas de la vida real.
Otro lugar de oscuridad y dolor, pero de carácter temporal es el purgatorio. Y me viene a la memoria el libro del historiador Jacques Le Goff "El nacimiento del purgatorio". El análisis histórico de las fuentes documentales medievales, permitieron a Le Goff datar el nacimiento dogmático del purgatorio entre los años 1150 y 1250. Antes de esa fecha existen solamente referencias aisladas sobre la idea de un lugar intermedio entre el cielo y el infierno. Con la idea de un lugar intermedio para la purificación de los pecados y una esperanza adicional para alcanzar el cielo aún después de la muerte, se introdujo la posibilidad del segundo chance para pasar la prueba y alcanzar el cielo. Por supuesto que la oportunidad depende menos del muerto, que de los vivos, con oraciones y donaciones para disminuir el tiempo de la purificación. Y aquí encuentra Le Goff también paralelos con el desarrollo de la sociedad, pues la idea del purgatorio implica un complejo sistema jurídico, basado en la responsabilidad individual y en la libertad de elegir entre el bien y el mal, lo permitido y lo penado por la misma sociedad.
El miedo a la oscuridad como dice Hawking, representa el miedo a la muerte, sin embargo la idea del cielo sigue siendo muy bonita como para que pase de moda.
Agradezco a Antonio y a Ribozyme la oportunidad de colaborar en los Zombis de Carthago.
Pues bienvenida al blog Concepción.
ResponderEliminarBuena reflexión.
Acabo de recordar a un amigo de Arturo que en otro blog dijo que la religión del pastafarismo era una forma de evadir el miedo a la certeza de la negrura que nos espera después de la muerte.
Un abrazo.
Gracias Antonio.
ResponderEliminarEs curioso imaginar a la muerte o lo que pueda haber después, como algo obscuro. Por supuesto que todas las religiones, incluido el pastafarismo, alientan la esperanza de evadir esa oscuridad.
Sin embargo, en caso de ser algo similar a lo que menciona Hawking, al apagarse todos los circuitos de la computadora, es difícil que ésta se de cuenta si es desmantelada en una empresa de reciclaje, o si terminará en África como basura industrial, o si ocupará la vitrina de un museo sobre historia de la tecnología. Jugando un poco con las metáforas, puedo imaginarme un paraiso, un infierno y un purgatorio para computadoras también.
¡Los zombis se han levantado de sus tumbas! :-P
ResponderEliminarY sí ¡Bienvenida! A ver si con sangre y cerebros nuevos (Braaaiiins!!!... Braaaiiiins!!!!) nos ponemos en movimiento otra vez. Yo he estado padeciendo un writer's block espantoso, y sólo se me ocurren naderías breves para poner en Facebook ~:-(
Pues el analizar el asunto del cielo, el infierno y el purgatorio (que cualquier día decretan su desaparición, como lo acaban de hacer con el limbo) resulta interesante por analizar cómo piensan las culturas que creen en ellos, como el test de las manchas de tinta de Rorschach, que analiza la personalidad del examinado en base a las imágenes creadas por su imaginación. Porque eso es lo que son cielo, infierno y similares, productos de la imaginación de las personas, que reflejan su civilización, sus valores, su ambiente, o como claramente mencionas tú, su tecnología. El Valhalla de los pueblos germánicos y nórdicos era un lugar a donde iban los guerreros que morían y ahí se dedicaban a pelear y tener festines en la mesa de Odín, con abundantes cerveza y carne, porque los valores de esos pueblos eran eso, pelear, comer y beber. La idea del Pastafarianismo es precisamente enfatizar lo esencialmente ridículo de esas creencias, exagerándolas, con, por ejemplo, volcanes de cerveza en su cielo. Incluso el clero antes apoyaba la idea del infierno como un lugar de tortura física sanguinaria y extrema, en la época en que las ejecuciones públicas eran un espectáculo muy concurrido y era rutinario usar la tortura en los procedimientos judiciales. Ahora que se habla de derechos humanos y los castigos corporales son mal vistos en el mundo civilizado, al clero le parecen inconvenientes esas posturas y cambia su definición. Es curioso el Judaísmo y las creencias que de el se derivan, donde dicen que un dios hizo al hombre a su imagen, cuando en realidad es el hombre el que crea a los dioses a su propia imagen.
Finalmente, yo no concibo un lugar de felicidad eterna que consiste en pasársela haciendo lo mismo en un tiempo sin fin... Por muy placentero que sea lo que se haga, después de mil años resultará aburrido, tedioso. Y será así porque cualquier cielo es perfecto, no hay carencias, y para el humano, lo que se valora es lo escaso, lo difícil de conseguir, lo que a veces no se tiene, lo que representa un reto. Por eso el platino se considera tan valioso, porque es raro y difícil de conseguir, ya que no es particularmente útil (comparado con otros metales). Imagínate qué aburrido tener todo lo que quieras en el momento mismo en que pienses en ello. Es como a mí, que me encanta el whisky, pero si me la pasara todo el día tomando whisky, aparte de acabar muerto de cirrosis hepática, acabaría aburriéndome. En cambio si lo reservo para tomarlo sólo los fines de semana, lo disfruto mucho más, hasta espero con ansia el momento de saborearlo. O como tú, que vives en Alemania ¿a poco no añoras la comida tradicional mexicana común y corriente, que acá vemos como algo x, de todos los días? Una sopita de fideos, un arroz rojo, un picadillo... Hasta la misma economía lo considera en su "ley de la oferta y la demanda". Si algo es raro, difícil de conseguir, hay poca oferta, su precio se eleva.
Sigo porque se me quedaron en el tintero algunas ideas: la gente común, la "de a pie", vemos como algo inconcebible, incomprensible, incluso escandaloso, que las personas que son multimillonarias (en dólares o euros) y/o famosas, se depriman, sufran, incluso se suiciden (Kurt Cobain y Christina Onassis se me vienen a la mente). Eso es porque para nosotros, que no tenemos ese dinero o esa fama, nos parecen algo maravilloso, pero para ellos, que han vivido así toda su vida o lo consiguieron con cierta facilidad, ya no llena. Incluso está establecido por estudios sicológicos, que cada quién tenemos un estado de ánimo "basal", característico de nuestra personalidad, que las circunstancias alteran sólo temporalmente. Por ejemplo, una persona depresiva que se saque la lotería, andará feliz quizás algunas semanas, pero luego volverá a su ánimo de siempre. Por eso los matrimonios ya no duran (una vez que disolverlos dejó de producir un estigma social), porque para la pareja enamorada que le declaren exclusividad y amor por siempre puede dar mucha felicidad por algún tiempo, pero no por siempre. Por eso yo creo que en cierta forma somos afortunados de ser mortales, pues tener una vida que nos resulta valiosa por su rareza (como dice Richard Dawkins, somos los afortunados que hemos llegado a existir, muchas más personas que son posibles, por la genética y las circunstancias, nunca llegarán a ser) y por su fragilidad (es seguro que un día se acabará, y muchas veces en formas que ni siquiera veremos llegar), así que tenemos ese aliciente para disfrutarla, para sacarle todo el provecho posible. A mí, como a Hawking, no me entusiasma todavía la idea de morir, quisiera vivir un buen número de años más (quizás hasta los 150 o 200; quien quita y para cuando yo sea de la "tercera edad", la medicina haya avanzado lo suficiente para ello), siempre y cuando sea con buena salud, pero estoy seguro de que llegará el momento de decir "ya es hora".
ResponderEliminarGracias Ribozyme.
ResponderEliminarLo que más añoro es un plato de pozole o de menudo, tamales oaxaqueños, chicharrón en salsa de tomate verde, huanzontles, nopales y verdolagas, chilacas o quelites, una gordita de haba o un pambazo. Hasta ahora no me he animado a verderle mi alma al diablo por un plato de pozole y vivo añorando las paradisíacas delicias mexicanas.
Mencionas dos palabras clave: “Felicidad eterna”, un binomio bastante abstracto y bien anclado en la conciencia. Define sensaciones positivas, pero está ligado a un sentimiento negativo: “Miedo”. Y el miedo delimitado por nuestro tiempo de vida, domina la esperanza de la felicidad eterna. Por otra parte no existe la confianza absoluta de la esperanza porque la vida real es más compleja que los preceptos de muchas religiones.
Respecto a tu referencia a los castigos corporales y a las imágenes creadas en la memoria, es sorprendente, que precisamente las más sanguinarias y “espantables” se acreditan a las “visiones” de religiosos y místicos. Fueron tan sugestivas, que perduran hasta nuestros días, a pesar de las precisiones pastorales que hizo Juan Pablo II de 1999. Él no habla de eternidad, sino del momento previo a la muerte, la toma de conciencia de saberse cercano o alejado de Dios. Después de eso, puede suceder lo mismo que con la computadora de Hawking, corto circuito y “the end”.
No tenemos otras certezas que la vida y la muerte y son únicas, finitas, con altas y bajas, con dudas y con la oportunidad de buscar respuestas. Viva la vida! Ahora que hablas de vivir 150 o 200 años, me acuerdo de Clint Eastwood y lo bien puestos que lleva sus 81 años. Si llegamos a esa edad y logramos lucir tan bien como él, que maravilla, no?
Muy interesante la entrada, Concepción.
ResponderEliminarPuede ser que (para no decir seguramente) yo no ande muy bien que digamos, pero no veo lo reconfortante en la idea de la existencia después de esta vida. De hecho esa idea me resulta perturbadora.
Claro que también podría ser, tal vez, que la gente que sueñe con esa otra vida en el más allá no se lo haya pensado muy bien que digamos. Me gustaría saber si alguno intentó, al menos, entender el significado de "eterno".
Hola Nicolás,
ResponderEliminarel asunto con la eternidad también es un ejemmplo de una idea que evoluciona al mismo tiempo que la sociedad que la imagina y la dogmatiza. Los textos que cité son históricos, pero para hablar del concepto eternidad es más pertinente consultar textos filosóficos.
En el judaísmo primitivo existía la idea de un más allá sin tiempo definido. Al entrar en contacto con otros pueblos y las experiencias negativas de esclavitud y desctrucción, se fue conformando la idea de un lugar de castigo en el más allá, para las maldades que no podían castigarse en el mundo real. Ésta idea de carácter popular la tomó el cristianismo primitivo y fueron los patriarcas de la iglesia quienes la trataron de manera teológica. Con la intensión de catequizar con el miedo para lograr el orden social, se reforzó la idea de la eternidad en el más allá.
El tratamiento teológico y filosófico de lo eterno se discutió mucho después de la Reformación y durante la Ilustración. En el siglo XIX se registró un nuevo auge de la idea del castigo eterno en el más allá, no sólo por el catolicismo, sino por los grupos protestantes más radicales.
En todas las religiones, la idea de la eternidad ayuda a evadir el miedo a la muerte y a soportar las inclemencias de la vida. Se trata de la esperanza como estrategia de sobrevivencia.
Hasta pronto